Decía el maestro que el acto de contar una historia constituye un pacto entre el creador y el receptor de la misma. De una parte, el creador del relato se dispone a contar una invención, a engañar a quien esté dispuesto a oírle; de la otra, el que escucha acepta tal engaño. A cambio de este curioso intercambio, ambos acuerdan una única premisa: que el que escucha no se sienta engañado, que no sienta que le subestiman y le toman el pelo. Continuar leyendo «Hagamos un pacto»