-Título original: The lost language of cranes
–Autor: David Leavitt
-Puntuación en Goodreads: 5/5
–Páginas: 369
ATENCIÓN: PUEDE CONTENER SPOILERS
Este #juniolgbt estoy dando con libros duros y necesarios. «El lenguaje Perdido de las Grúas» es un libro que nos narra la vida de una familia que mantiene su estructura y sus formas, pero que está muerta desde hace tiempo. La madre, Rose, es alguien que busca desesperadamente una pasión y un deseo hacia ella que nunca ha tenido. El padre, Owen, oculta el tremendo secreto de ser gay y haber tenido que esconderlo debido a la homofobia imperante; por supervivencia. Por su parte, Philip, el hijo de ambos, vendrá a destruir esa precaria paz establecida en su vida cotidiana al declararse públicamente gay.
A partir de entonces, los sentimientos de culpabilidad de Owen al pensar que ha podido hacer algo mal que haya hecho que su hijo se transforme en alguien desviado como él, harán mella en su persona, impulsándole a iniciar un viaje introspectivo para reencontrarse consigo mismo, con su identidad, con su yo real que tuvo que esconder en lo más profundo de su ser para encajar en una sociedad que rechaza a la gente simplemente por ser. Un viaje de aceptación.
Philip tendrá que lidiar con las diferentes reacciones de sus padres y entender que no puede buscar constantemente la aprobación, aceptación y amor de todo el mundo; que no todo el mundo le va a querer, incluso si a él le gustaría ser querido por alguien en concreto.
Finalmente Rose, que tiene grandes prejuicios contra los homosexuales, se sentirá atacada por su hijo cuando éste sale del armario, siendo incapaz de aprobarle o mostrarle el mínimo atisbo de cariño o de comprensión. Finalmente, cuando Owen verbalice lo que le ocurre, hecho que ambos sabían, será incapaz de aceptarlo y les abandonará.
Me parece una novela necesaria y dura. Necesaria, porque es importante enseñar, como ya he dicho en otras ocasiones, que la homofobia y la presión social generan miedos y destruyen vidas. No sólo de los mismos homosexuales, sino de la gente que les rodean al tener que lidiar con secretos que no podrán confesar a sus seres queridos, viéndose obligados a mentirles para siempre.
El desenlace, inevitable, muestra el daño que hace vivir así. En este caso, si bien Owen ocultó siempre su orientación sexual a Rose, ésta le fue infiel en bastantes ocasiones. La diferencia aquí radica en que, mientras que Owen es capaz de entender a su mujer y perdonarle sus infidelidades, incluso aceptarlas, Rose es incapaz de hacer lo mismo con él al saberse traicionada.
En cuanto al desenlace de la historia para Philip, si bien resulta tremenadamente duro e hiriente, difícilmente superable incluso, que tu propia madre te dé la espalda, tiene un punto de esperanza precioso y dulce que merece la pena mencionar. Además, dicho punto, que su hijo sea capaz de tener una vida «normal» incluso siendo gay, creo que tiene un punto catártico importantísimo para Owen y crucial para el desarrollo de dicho personaje, aunque dicha catarsis aparezca en las últimas páginas del libro -páginas donde todo se precipita y donde el conflicto se resuelve, como cuando una vajilla se nos resbala y cae al suelo, haciéndose añicos. Esta última metáfora me parece acertada para describir el transcurrir de este libro: durante mucho tiempo se nos desarrollan los personajes (porque esta novela es, sin lugar a dudas, una novela de personajes) y en las últimas páginas todo se rompe, los conflictos se revelan y, como la vajilla al estrellarse contra el suelo, todo se resuelve sin dejar a ningún personaje indiferente a cuanto ha ocurrido.
Sin lugar a dudas, pese a lo dura y triste, a lo devastadora para personas que se encuentran o se encontraron en la misma situación que Owen, creo que es una novela altamente recomendable y necesaria para todos. Incluso para los que están en esa situación: tienen que ver que, pese a lo difícil que pueda resultar el momento que están viviendo, no deben abandonar la esperanza, porque siempre hay luz al final del túnel.
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